Las Albarizas de Moriles Altos, zona de calidad superior

El Lagar de los Frailes, rodeado de 11 has de viñedo, se encuentra ubicado en pleno corazón de los «Pagos de moriles Altos», zona catalogada de calidad superior por el Consejo Regulador, debido a la idónea composición de su suelos altamente calizos llamados «tosca hojaldrada». Aquí clima y suelo trabajan juntos, dando como resultado unos vinos únicos llenos de matices.

Nuestra variedad: la uva Pedro Ximénez

Es una uva blanca, casi transparente, de piel fina y pulpa muy jugosa, con un contenido alto en azúcares con recuerdos a frutas y a flores. Esta uva es delicada y muy sensible a los climas húmedos, y en Montilla Moriles encuentra su hábitat ideal para desarrollarse.

Su mayor virtud es la versatilidad, ya que con ella se obtienen los distintos tipos de vinos más característicos del marco, como los de tinaja, blancos jóvenes, finos, amontillados y en general vinos generosos de gran finura y grado alcohólico natural.

Viña y Vendimia

La vendimia, que es la más temprana de Europa, tiene lugar la segunda mitad de agosto y es el culmen de todo un año de cuidados y labores de campo, que pasan por el labrado y abonado del suelo, la poda de las cepas en invierno, y el despampano en primavera, para fortalecer los racimos, que finalmente se recolectarán con esmero en su momento oportuno. Los cortadores comienzan la vendimia de madrugada recogiendo la uva cuidadosamente a mano y en cajas de 18 kilos, que luego se convertirá en los mostos jóvenes para dar paso a nuestros característicos vinos.

Sostenibilidad

En lagar de los Frailes estamos convencidos de que viñedo no es solo una actividad agrícola, sino también un medio natural que debe reflejar la interacción respetuosa entre sostenibilidad y el entorno. Prueba de ello es nuestra colaboración con la Fundación Somos Naturaleza, formando parte del proyecto Alzanatura, una innovadora iniciativa centrada en la conservación de la biodiversidad mediante la custodia agraria y la promoción de prácticas sostenibles. Este proyecto, desarrollado en colaboración con otras bodegas y fincas del territorio, busca preservar los ecosistemas locales mientras se impulsa el desarrollo de productos de alta calidad y bajo impacto ambiental. El Alzacola rojizo, una especie emblemática de la campiña cordobesa, juega un papel crucial como símbolo de los esfuerzos de conservación, subrayando la importancia de proteger tanto la fauna como los hábitats autóctonos. Con ello se pretende fomentar un modelo productivo que priorice tanto la rentabilidad económica como la protección del patrimonio natural.

Desde nuestro lagar estamos trabajando para la recuperación de la biodiversidad de la zona repoblando las lindes con especies autóctonas como lentisco, acebuches, almendros. Como principales labores, se ha delimitado el camino de acceso al lagar con dos bandas de cipreses y se ha creado una zona arbolada de almeces, algarrobos, almendros y granados en los que las aves podrán cobijarse. También hemos creado una zona de «Hoteles de insectos», beneficiosos para el equilibrio natural del viñedo, con matorral de plantas aromáticas como romero, tomillo, lavanda y lentisco, entre otras. Otra de las acciones ha consistido en colocar cajas nido de madera para la cría de murciélagos, cernícalos y otras aves.

Las albarizas son de gran blancura, ricas en carbonato cálcico, formadas por margas blandas de estructura hojaldrada del Oligoceno superior, muy profundas y con un elevado poder retentivo de la humedad. En estos suelos, las raíces de la cepa se desarrollan principalmente en los primeros setenta centímetros de profundidad, si bien la raíz principal puede llegar a sobrepasar los cuatro metros de fondo. Estas características del terreno se ven favorecidas por un clima semicontinental mediterráneo, con veranos cálidos y secos e inviernos cortos más bien suaves. En resumen, difícilmente cabe imaginar una conjunción de características más favorables para el desarrollo óptimo de nuestro viñedo.