Una tierra albariza,
tosca y caliza...
… el cuidado de la viña en todos los ciclos del proceso, una crianza mimada bajo velo en flor y las criaderas y soleras de nuestra bodega parcialmente enterrada, confieren a nuestros finos un carácter único, envueltos en aromas salinos y cítricos.
Moriles Alto
La viña consta de 11 Has. de la variedad Pedro Ximénez en espaldera. Se encuentra ubicada en «MORILES ALTOS», zona de calidad superior por sus suelos albarizos, altamente calizos y formados sobre la tosca hojaldrada.
Estas características del terreno se ven favorecidas por un clima semicontinental mediterráneo, con veranos cálidos y secos e inviernos cortos más bien suaves. Siendo el resultado de esta climatología tan severa durante la maduración de la uva lo que le otorga su graduación alcohólica natural.
Viña y Vendimia
La vendimia, que es la más temprana de Europa, comienza a finales de agosto y es el culmen de todo un año de cuidados y labores de campo, que pasan por el labrado y abonado suelo, la poda de las cepas en invierno, y el despampano en primavera para fortalecer los racimos, que finalmente se recolectarán con esmero en su momento oportuno. Los cortadores comienzan la vendimia de madrugada recogiendo la uva cuidadosamente en cajas, que luego se convertirá en los característicos mostos de Moriles Altos.
Crianza Biológica
Nuestros vinos se crían con paciencia y mimo, ya que envejecen bajo velo de flor en barricas, que no son llenadas completamente para dejar una superficie libre, en la que se desarrollan las levaduras propias de nuestro lagar, que aportan unas propiedades organolépticas muy singulares al mosto fermentado. Esto confiere al vino una vivaz ligereza, a la par que aporta un potente y penetrante aroma de singular personalidad, con notas de levaduras entremezcladas y enriquecidas por la madera, que evocan a frutos secos, y acentúan su carácter seco y salino propio del suelo albarizo.
Criaderas y Soleras
Es un sistema de crianza dinámico, consistente en la extracción parcial o “saca” del vino de cada una de las botas de la solera que forman una escala o «criadera» con un determinado nivel homogéneo de envejecimiento, y la reposición o “rocío” con vino de otra escala o criadera más joven, utilizándose vino sin crianza para la reposición de la más joven. De esta forma en cada criadera siempre queda una proporción de todos los vinos de las sucesivas añadas con las que se ha ido reponiendo la misma. La última criadera, en la que concluye el proceso de envejecimiento, recibe el nombre de “solera”, y de ella se efectúa la saca del vino ya criado, que es el resultado de la homogeneización y envejecimiento prolongado de los vinos de todas las añadas desde la que data dicha solera, hasta la última añada con la cual haya sido “rociada”.